Loira. Etapa 5: Blois – Orleans

Ultima etapa para los cicloturistas globeros. Lo primero que hemos hecho al levantarnos ha sido comprobar el estado de la cámara que arregle la noche anterior. En un primer momento daba la impresión de estar en buen estado, pero cuando le he metido en la cubierta, y la he hinchado a tope, a empezado a perder aire de nuevo. Así que al final le he puesto una cámara nueva, solo nos quedaba esperar a que aguantara el día entero. De todos modos, antes de salir de Blois hemos buscado una tienda de bicis y hemos comprado un par de cámaras de recambio. Mejor ser previsores que volver a quedarnos tirados.

La salida de Blois ha sido sencilla, hemos cogido el desvío hacia el castillo de Chambord, que supuestamente estaba a unos 20 km. Pero en algún punto nos hemos desviado: la ruta indicaba que estábamos cerca del pueblo que estaba después de Chambord, St Dye Sur Loire. Así que para asegurarnos, hemos hecho un par de km hacia atrás, y hemos cogido la carretera comarcal que lleva al castillo. Los experimentos, con gaseosa. Ha sido un acierto, al menos nos nos hemos vuelto a perder, y nos hemos plantado en el castillo al mediodía. Ya desde la recta que te encamina al castillo, se puede apreciar su descomunal tamaño. Y a medida que te acercas, empiezas a descubrir el detalle de sus torres.

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Para esa hora, el sol nos estaba castigando sin piedad. No sabíamos exactamente que temperatura podría hacer, pero seguramente era superior a los 30 grados. En la parte trasera del castillo, hemos aprovechado para tomar un refresco sentados a la sombra, momento en el nos hemos sacado las fotos de rigor, y es que la parte trasera de Chambord es mucho mas espectacular la delantera. Desde este punto se aprecia mucho mejor el detalle de la construcción. Encima hay un canal que rodea el castillo, y por el mismo navegan algunas barcas de alquiler. En la parte delantera, había algunos andamios que hacían perder algo de encanto al castillo. De todos modos, esta ha sido el que mas nos ha gustado, y es que no me extraña que sea el mas famoso, es espectacular.

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A la salida del castillo, cuando hemos retomado la vía del Loira, hemos descubierto que la pista iba al pueblo que indicaba anteriormente: St. Dye Sur Loire. Conclusión, que hubiéramos llegado de todos modos, pero por otro camino. No íbamos desencaminados. Hasta el pueblo hemos rodado entre bosques, y lo hemos agradecido, ya que como comentaba, el sol calentaba una barbaridad. Menos mal que al ir en la bici te pega el aíre y te refresca un poco. Es parar, y empezar a notar el infierno sobre nuestras cabezas. Pero todo no han sido sombras, y los siguientes 30 km los hemos echo por una pista que cruzaba la mayor parte del tiempo por campos de cultivo, por lo que hemos sufrido bastante. Por esta zona no había nada destacable que visitar, si no fuera por la central nuclear que había cerca de Tavers. Por supuesto que hemos intentado ir un poco mas rápido a su altura, je je. Nos habíamos marcado como meta llegar hasta Beaugency para parar a comer. Y hemos llegado bastante justos de fuerzas por el calor, encima ya teníamos bastante hambre y se notaba en las piernas. Menos mal que en Chambord hemos comprado una botella grande de agua para rellenar los botellines, sino hubiera sido imposible llegar. Hubiéramos tenido que meternos en alguna casa a pedirles agua. Y es que como he repetido mas de una vez, es bastante difícil encontrar fuentes en Francia, o es que las tienen muy escondidas.

En Beaugency, había algunos sitios para comer, además de una playa hasta con piscina. En el Loira esta prohibido el baño, así que aprovechan la arena del río, pero se refrescan con piscinas artificiales o simplemente con duchas. En esos momentos, no nos hubiera importado darnos un chapuzón para bajar la temperatura corporal, estábamos ardiendo. En el restaurante italiano en el que hemos comido, nos hemos bebido una botella de agua de litro antes incluso de que nos sacaran la comida. Eso, y con el aire del restaurante, nos hemos recuperado bastante. Pero lo que nos ha espabilado ha sido el plato de farfulle a la carbonara que nos hemos metido para el cuerpo. Una ración descomunal. Lo que mejor nos podía venir en esos momentos. Lo curioso ha sido que nos han servido el plato con medio huevo crudo, con la cascara y todo, sobre la pasta. La señora nos ha explicado que lo teníamos que volcar, y removerlo todo. Estaba sublime.

Mientras estábamos comiendo, se han sentado a nuestro lado una familia de Vitoria, que al ver el maillot de Isusko, el del Laudio, nos ha hecho un comentario. Casualidades que pasan, lo raro es que no fueran de Laudio, ya que siempre te encuentras a alguien vayas dos de vayas. La familia estaba recorriendo la zona en autocaravana, y estaban alucinados de lo bonita que era la zona, y de lo que bien preparada que estaba para las caravanas. Francia es el paraíso de los campistas. Hay campings en todos los pueblos, y están muy bien preparados.

Después de la comilona, no hemos podido terminar el plato, arrancábamos de nuevo. Nos quedaban solo 30 km para llegar a Orleans y terminar la ruta. Pero todo no iba a ser tan fácil, alguna teníamos que hacer antes de llegar. Y así ha sido. En Meung Sur Loire, nos hemos despistado un momento y hemos cogido un GR que iba a Orleans, en vez de por la ruta del Loira. Y no solo nos hemos perdido, sino que a unos señores que nos han preguntado, les hemos mandado por el mismo sitio. Un camino de cabras. Al de 2 km le he dicho a asustó que mejor salirnos, si no queríamos volver a pinchar. Aquello era una lotería. Así que hemos tenido que volver esos 2 km por la carretera, tras salirnos del camino. No hemos vuelto a ver a los señores, por lo que creemos que se han metido por el GR seguro, pero vete a saber donde han terminado. Nosotros hemos retomado la ruta en Meung, cruzando a la otra orilla del Loira.

Con el calor que hacia, y casi sin sombras en todo el camino, hemos sufrido un poco para llegar a Orleans. De piernas íbamos sobrados, y de fuerzas también, pero el calor nos apretaba. Ha llegado un momento, cuando estábamos sin una gota de agua, en el que hemos tenido que entrar a un cementerio a llenar los botellines. Hemos visto a otros ciclistas salir con los bidones, y tras preguntarles nos hemos metido nosotros también. Y menos mal que estaba el cementerio. Así, con las reservas de agua completas, hemos llegado a Orleans tranquilamente. Antes de las 6 de la tarde ya estábamos haciendo el check-in en el hotel, por lo que hemos tenido tiempo de sobra para ducharnos y salir a dar una vuelta por su casco antiguo.

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Lo mas destacado y famoso de Orleans es su catedral, junto con su principal personaje histórico: Juana de Arco. La catedral, impresiona tanto por sus dimensiones como por el detalle con el que esta construida. La pena es que en uno de sus laterales estaban haciendo obras, y había unos andamios tapando parte de la estructura. Pero daba igual, con ver su parte delantera era suficiente. Andando unos pasos desde la plaza de la catedral, te adentras en el casco antiguo, y se empiezan a ver las típicas casas, con sus fachadas de madera y decoradas con tablas entrecruzadas. En ese sentido, Orleans ha sido la ciudad con el casco antiguo mejor conservado, junto con Blois. La plaza del Chatelet, tiene unas cuantas casas de ese estilo, la pena es que han construido un centro comercial al lado. También merece la pena bajar a la ribera del río, y darse un paseo. A la altura de la zona antigua, hay un par de barcos atracados, uno de ellos de vapor, que le dan un toque especial. Por la noche, iluminan los puentes y barcos, y el panorama mejora.

La cena de este último día, ha sido sin duda la mejor de todo el viaje. Había un menú que estaba bien de precio, y encima la comida era de calidad. No hemos podido evitar pedir pato confitado, ya que estábamos en la Galia, espectacular. Los otros platos que hemos pedido, de entrantes, también muy buenos. Ha sido el mejor colofón a una ruta, que si no fuera por los pinchazos, ha sido de sobresaliente.

Mañana toca volver para casa. Vamos a hacer la ruta a la inversa, pero en tren. Volviendo a cruzar desde las vías, las ciudades de Blois, Tours o Angers, para llegar a nuestro punto de partida: Nantes. En Nantes volveremos a coger el coche, y a la carretera para volver a casa.

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Loira. Etapa 4: Tours – Blois

Hoy teníamos una primera meta que cumplir: intentar que la rueda dejara de pincharse cada poco tiempo. Siguiendo las indicaciones del taxista portugués, hemos ido en bici hasta un Carrefour, donde había una tienda de deportes llamada Go Sport. Lo primero que hemos comprado ha sido una cinta para poner sobre la llanta, estábamos pinchando en la parte interior de la cámara. Además de la cinta, hemos comprado unas cámaras y una bomba de pie, pequeña, pero que me va a servir en cada ruta que haga. Se acabo el hinchar las ruedas con la bomba de mano.

Con los deberes hechos, hemos vuelto al hotel, y os preguntareis como he ido en bici hasta la tienda si no tenia cámaras. Pues hinchandola todo lo posible y quitando el peso de las alforjas. Así de simple. A las 11 de la mañana salíamos de Tours, siguiendo una vez mas el curso del río Loira. Para esa hora ya teníamos la boca como el esparto, y es que durante los cuatro días, el sol no nos ha dado tregua. No nos vamos a quejar, donde este el sol que se quite la lluvia.

Durante la primera parte de la etapa, y tras rodar junto al río, nos hemos desviado desde Montlouis sur Loire hacia terrenos de viñedos. Han sido unos kilometros bajo el sol, pero acompañados de las espectaculares vistas de los viñedos. Kilometros y kilometros de extensión.

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El rodar iba cada vez mejor, y hemos llegado a Amboise bastante bien de tiempo. Nos hemos dado un paseo por las cercanías del castillo, descomunal, así como por uno de sus puentes, que hemos cruzado hasta la mitad para observar unas mejores vistas de las torres, y sin olvidarnos del paisaje ribereño. Amboise es una ciudad para perderse por sus calles. Sin dudarlo. En nuestro caso, has aprovechado para acercarnos a un Carrefour y comprarnos la comida para hoy: ensalada de pasta, sandwich de embutido y plátano de postre. ¿Que más se puede pedir? En ese momento teníamos hambre, pero como todavía era un poco pronto, hemos seguido unos 10 km más, hasta que hemos encontrado unos bancos a la sombra, junto a la carretera. El lugar idóneo para darse un festín. La comida ha sido bastante ligera, por lo que nos ha costado muy poco volver a arrancar. Estábamos en el ecuador de la etapa, 40 km hechos, y otros tantos por delante.

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Por suerte, hemos podido evitar el sol durante unos cuantos tramos, que hemos podido rodar bajo la sombra, y que hemos agradecido infinitamente. Hemos ido pasando unos cuantos pueblos, como Chaumont. En este pueblo, por ejemplo, había un castillo bastante interesante, pero no hemos podido mi sacar un foto: estaba rodeado por unos altos muros, y si no pagabas la entrada, no tenias derecho a nada, ni a ver sus torres siquiera. Con las bicis, esta difícil dejarlas abandonadas, aunque las candemos.

Lo mejor de la tarde, sin duda, han sido los paisajes que hemos ido encontrando a lo largo de la ruta. Con el color verde predominando sobre el marrón del río.

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Como íbamos tan bien de tiempo, hemos parado a tomar un refresco a 20 km de Blois. Todavía eran las 15:30 de la tarde, y tampoco queríamos llegar demasiado pronto. En cambio, cuando nos hemos puesto, hemos rodado a unas velocidades bastante altas. Superando la mayoría del tiempo los 25 km/h. En conclusión, que hemos terminado el día rodando como unas maquinas. Parece que el cansancio no pasa factura a nuestras piernas, y en eso tiene mucho que ver el hecho de no tener que subir ningún puerto, tan solo repechos. A las 5 de la tarde ya estábamos en las puertas de Blois. Desde el rio teníamos una vista inmejorable de su puente y sus catedrales.

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Iba todo demasiado bien en lo que a los pinchazos de refiere, y a 500 metros del hotel he pinchado de nuevo. Cuando ya tenia olvidado el episodio del día anterior. Por lo menos he podido llegar con la bici en la mano, y sin volver a cambiar la cámara. ¿Cuantas cámaras he cambiado ya desde que salimos de Nantes? Mejor no contarlas. Al final, con el cabreo, he dejado rueda pinchada, no la he tocado. Ya estaba bastante harto del tema. Así que nos hemos duchado y salido a visitar la ciudad. Uno de los sitios mas interesantes es la catedral de San Nicolás. Asimismo, no hay que dejar de visitar su castillo, que aunque no es medieval, destaca por la decoración de su fachada, con innumerables detalles. En general, Blois ha sido mucho mas pequeña que las ciudades anteriores, y por el momento una de las mas bonitas, e importante, de las mas animadas.

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Como hemos llegado con tiempo de sobra, hoy hemos podido tomarnos unas cervezas junto al castillo. Para cenar, no hemos elegido muy bien. Había un menú de entrecot en una cafetería, y lo que pensábamos que iba a ser un festín, se ha convertido en decepción. La escalada de entrante, escasa, la carne, escasa también y dura como pocas. Para mas intimo, hemos pedido un vino tinto de Chinon, y nos lo han sacado natural. Con el calor que hacia, os podéis imaginar como estaba. Hemos tenido que pedir una cubitera para poder salvar el vino al menos, ya que la comida era bastante mala. Al menos, hemos terminado bebiéndolo a gusto, pero no gracias a ellos.

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Tras el fiasco de cena, hemos terminado tomando un par de cervezas, y volviendo al hotel para las once. Quería arreglar el pinchazo si era posible. A diferencia de ayer, he encontrado la fuga de aire. Así que le puesto un parche y he hinchado la cámara, si mañana sigue hinchada, es que puede aguantar un día más. Y sino, pues le pondré una cámara nueva.

Loira. Etapa 3: Gennes – Tours

La tercera etapa ribereña ha transcurrido sin problemas en los primeros kilometros. Hemos rodado por una carretera local, a una buena velocidad, y sin forzar la maquinaria. Queríamos llegar cuanto antes a la ciudad de Saumur, donde nos esperaba su famoso castillo. De todos modos, es impresionante ver como cada pueblo, por muy pequeño que sea, tiene su castillo, fortificación o monumento histórico. El valle del Loira esta plagado de monumentos. De ahí su fama mundial.

En la entrada de Saumur, hemos ido por una pista para bicis que no era la que llevaba al centro de la ciudad, pero nos hemos dado cuenta a tiempo y hemos desandado un par de kilómetros para adentrarnos en el centro. A la altura del río, ya se veía su increíble castillo sobre una montaña. Por supuesto que hemos tenido que subirla por una empinada carretera, por primera vez tenía que meter el plato pequeño, ya echaba de menos el molinillo. Incluso he roto a sudar, pero merecía la pena el esfuerzo, el castillo, de postal. Con unas viñas al lado, y con unas vistas inmejorables de la ciudad. Empezábamos de la mejor manera posible el día. Durante el rato que hemos estado, no hemos podido evitar tirar fotos sin parar, y es que estábamos alucinados.

Tras la visita a Saumur y su castillo, hemos vuelto a la senda, que en esta ocasión iba paralela al rio hasta el pueblo de Montsoreau. En esta localidad hemos aprovechado para parar en una tienda y comprar algo de fruta, unas bebidas, y un bocadillo para comer más tarde. En este punto, teníamos que elegir si visitábamos la abadía de Fontevraud, u optábamos por visitar el pueblo de Chinon y su fuerte. Y nos hemos decantado por Chinon. Así que hemos continuado junto al río, sin desviarnos, para unos pocos kilómetros más adelante perder de vista el río y dirigirnos por una ruta alternativa al pueblo que he mencionado antes. A partir de este momento, sin el Loira al lado, hemos rodado por inmensas parcelarias, que a medida que nos acercábamos a Chinon se convertían en viñedos.

Al igual que en Saumur, en Chinon hemos tenido que meternos para el pecho una buena subida. En este caso solo hemos visto la entrada al castillo, ya que desde ese punto poco más se veía. Cuando hemos bajado al pueblo, y hemos parado en una campa junto al río para comer, si que hemos apreciado el tamaño del fuerte. En su mayor parte esta medio en ruinas, pero daba igual, vigilaba el pueblo de Chinon desde las alturas. El bocadillo nos ha sabido a gloria, sentados en un banco, resguardados del sol y con una ligera brisa. Pena que hemos tardado poco en arrancar. En ese punto llevábamos 60 km, y nos quedaban otros tantos para llegar a Tours.

Una vez más, nos ha costado salir del pueblo, y es que tras un par de vueltas hemos descubierto que la carretera que nos llevaría a Rigny-Usse era la misma que subía al castillo, y que habíamos bajado antes de comer. Pero esta vez hemos sido más listos y hemos subido montados en el ascensor que sube al castillo, ¿para que subir dos veces al mismo sitio?

En unos pocos minutos, estábamos encaminados a Rigny-Usse, con la idea de volver a conectar con el Loira. Pero a mitad de camino, a eso de las 3 de la tarde, he vuelto a sufrir un pinchazo. Ayer no pinche, pero parece que hoy no libraba. Lo hemos arreglado rápido, y en poco tiempo estábamos de nuevo en ruta. Estaban siendo unos km duros, muchos toboganes, y lo peor, un fuerte viento en contra que nos frenaba y que poco a poco iba limando nuestras fuerzas. Los siguientes tramos tampoco han sido un camino de rosas. La pista junto al Loira picaba un poco para arriba, no mucho, pero si a eso le sumamos el viento en contra, mas un calor cada vez más asfixiante, da como resultado que ya no llevamos una pedalada tan alegre. Encima casi no hay fuentes, y en los pueblos no hay bares ni tiendas para poder refrescarse. Menos mal que en Rigny-Usse nos hemos podido tomar un café con hielo en una terraza. Lo necesitábamos.

En los siguientes 25 kilometros hemos tenido que sufrir un sol cada vez más asfixiante. Casi sin agua, la que nos quedaba ya caliente, y con unas ganas enormes de llegar a Villandry, uno de los pueblos mas grandes antes de Tours. Villandry se encuentra a 20 kilometros de la ciudad. Ha sido un tramo duro, ya con más de 80 km en las piernas, pero lo peor no ha sido eso, sino que tras cruzar un tramo adoquinado de pista, la rueda ha vuelto a deshincharse, y hemos tenido que poner otra de las cámaras que teníamos arregladas, y justo a 2 km de Villandry, mala suerte. Tras arreglarlo, hemos llegado al pueblo con un reseco y hambre descomunales. El sol estaba pegando con fuerza. No se que temperatura tendríamos, pero seguro que era alta. Así que nos hemos tomado una coca-cola y un helado para empezar, y como nos hemos quedado con hambre, un panpizza que ha entrado solo. Necesitábamos comida.

La mayor desgracia sido cuando al montar para reemprender el camino, he descubierto que la rueda estaba baja de nuevo. Han sido andar unos metros, y ya estaba casi vacía. ¿Se puede tener peor suerte con los pinchazos? Algo raro tiene que tener la rueda, no es normal. Así que solo nos quedaba una última cámara sana, casualmente de válvula estrecha, y al intentar hincharla un poco para meterla en la cubierta, se ha roto la válvula. Ver para creer. En un par de horas, tres cámaras para la basura.

Nos hemos encontrado en un callejón sin salida, sin poder pedalear, y a 20 km de Tours. Como en Villandry había una oficina de turismo, hemos ido a pedirles ayuda. Teníamos que llegar a Tours, ya que el hotel estaba reservado, y perdíamos el dinero. Menos mal que la señora de la oficina ha sido superamable y nos ha llamado ella al taxi. Por desgracia, no había ninguno en el que entraran dos bicis, y el pobre Isusko ha tenido que seguir solo hasta Tours por la ruta. Al menos todo lo demás ha ido bien, y es que en el momento no lo he pensado mucho, pero ahora, escribiendo estas líneas en el hotel, me estoy dando cuenta de que ha sido una tarde para olvidar. Yo he llegado al hotel en el taxi de un señor portugués, que hablaba castellano, y con el que he tenido la oportunidad de ir hablando en una amena conversación. Poniéndonos al día de lo que ocurría en cada país, el suyo ya era Francia, llevaba mucho años en Tours. Para cuando me había terminado de duchar, Isusko ya me estaba llamando, estaba cerca del hotel, pero no terminaba de encontrarlo. Por suerte, ha preguntado a un chico que iba en bici y le llevado hasta la calle donde estaba el hotel.

Nos hemos dado bastante prisa, y casi no hemos parado en el hotel, queríamos ver lo máximo posible de la ciudad. Lo primero que nos hemos encontrado ha sido la estación del tren, muy bonita. Poco después, la catedral, impresionante. Y por ultimo, nos hemos acercado la orilla del Loira, para terminar cenando en una de las calles mas populares de la ciudad. Al menos no cierran los bares y restaurantes a las 9 de la noche. Hemos cenado un menú bastante rico (ensalada de pasta, pollo o salmón, y postre), regado de un vino rosado de Chinon que nos ha sorprendido. Todavía teníamos pendiente una caña el día anterior, así que a eso de las 10:30, nos hemos ido a uno de los pocos bares que estaba abierto, un pub irlandés con mucha variedad de cerveza, pero puesta con muy poco arte. Así que nos hemos sentado en la terraza, por suerte hemos pillado una mesa libre, y es que estaba bastante concurrido, allí estaba toda la gente joven de la ciudad.

Y el día no ha dado para mucho mas. Al llegar al hotel he revisado a conciencia las cámaras y la llanta, por si descubría algo raro, pero nada. Lo más curioso es que la cámara que se ha deshinchado en el adoquín, no perdía aire por ningún sitio. La he metido dentro del lavabo, y repasado al menos seis veces buscando una fuga de aire, y nada. Entonces, ¿Como se ha podido deshinchar? Misterios sin resolver. Por hoy, ya hemos tenido bastante.

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Loira. Etapa 2. Le Pommeraye – Gennes

Segundo día rodando por las tierras del Loira. A diferencia de ayer, hoy no hemos sufrido ningún pinchazo, pero en cambio hemos tenido problemas para salir de Angers, ya que no estaba casi señalizado. Lo normal cuando tienes que salir de una ciudad, lo curiosos que para entrar nunca hay problemas, pero bueno, esa es parte de la emoción del cicloturista globero.

Nada mas salir del hotel, en Pommeraye, hemos tenido una prolongada bajada que nos ha ayudado coger un ritmo asequible y sostenible. En Montjean sur Loire, a solo 3 km de Pommeraye, nos hemos encontrado un gracioso gallo, que según un lugareño, cantaba cada hora. Hemos parado a sacarle una foto, y a partir de ese momento hemos rodado un buen rato junto al Loira. Es increíble rodar por este tipo de terreno. Lo normal es pedalear por un carril bici, o por carreteras locales casi sin trafico, por lo que vas con total tranquilidad. Y encima, si no vas junto al rio, viendo los puentes, los arenales, o simplemente el agua, te meten por parcelarias, en las que hay todo tipo de plantaciones: viñedos, maizales o trigales. Y las extensiones son impresionantes. Claro que con todo el agua que extraen del río, pueden tener todos los alrededores mas que regados, y hacer que la tierra sea muy fructífera. Temas agrarios aparte, la Eurovelo 6 pasa en muchos de sus kilometros por este tipo de terrenos.

La primera parte de la etapa concretamente ha sido así, hasta que hemos llegado al puerto fluvial de Savennieres. No hemos podido evitar parar para hacer alguna foto. Había una terraza plantada allí mismo, con unas vistas impresionantes. Si no fuera porque habíamos desayunado un rato antes, bien podíamos habernos parado. Adentrados en el pueblo, hemos descubierto su iglesia, que nos ha sorprendido por su campanario y su reloj. Hemos parado a hacer una foto, claro. A salida del pueblo, se encuentra la única isla habitada de todo el rio Loira: Ile Behuard. No es muy grande, pero lo suficiente para tener sus casas, sus plantaciones, y por supuesto que su iglesia. Lo curioso ha sido que esta construida pegada a una gran roca. También nos ha sorprendido encontrarnos una capilla al aire libre, en una campa. Frente a la capilla había una especie de monolito en memoria de prisioneros de la segunda guerra mundial que habían estado en la isla. El momento gracioso ha sido cuando le dicho a Isusko que bajara a un arenal del rio para sacarle una foto, y nada mas meter las ruedas en la arena, la bici se ha quedado clavada y a tenido que echar pie a tierra, con la mala suerte de meter el pie en un charco. Parte de guerra tras el incidente: el pie mojado y las ruedas llenas de arena. Y encima nos hemos quedado sin sacar la foto.

Una vez abandonada la isla, hemos puesto rumbo a Angers. Han sido unos 20 km bastante agradables por un carril bici con sombra (el sol pegaba cada vez mas, se agradecía). A medida que nos hemos acercado a Angers, hemos pasado por un montón de parques de recreo, con sus zonas de baño en el rio, zonas para barbacoas, canchas deportivas, etc. La verdad es que lo tienen bien montado los franceses. Durante todo este tiempo, hemos tomado una ruta alternativa que nos desviaba por Angers, la Eurovelo seguía el curso del Loira, pero nosotros nos hemos desviado para poder ver la ciudad. Y nada mas llegar, hemos alucinado con el tamaño de las murallas del antiguo castillo. Increíble la anchura de sus torres. A unos 200 metros, nos hemos encontrado con una bella estampa de la catedral, con sus largas escaleras en su parte frontal. También nos ha gustado el puente cercano, adornado con flores. Pero sin duda lo mejor de Angers ha sido la Casa de Adán, una casa decorada con tallas de madera, y con siglos de antigüedad. Una de las casas mas chulas que hemos visto. Cerca había también otra casa de estilo similar, con sus esculturas de madera decorado las ventanas, puertas o vigas. Sin duda, lo mejor que hemos visto en Angers.

En ese momento llevábamos 50 km, por lo que tocaba sentarse tranquilamente a comer. Al ser domingo estaba casi todo cerrado, pero hemos encontrado abierto un italiano que servia comida para llevar, que por suerte tenía unas mesas a modo de terraza, por lo hemos podido comer un buen plato de pasta sin perder de vista las bicis. Y a partir de ese momento, hemos tenido que dar un par de vueltas al casco antiguo en busca del carril bici que nos devolverla a las orillas del Loira. La verdad es que estaba muy mal señalizado, por no decir que nada. Menos mal que con la ayuda del navegador, hemos salido en la dirección correcta, y después hemos encontrado el pueblo del que partía el carril que nos llevaría al río. Por el camino hemos tenido que pedir agua en una casa porque es prácticamente imposible encontrar una fuente junto a la ruta. Lo mas divertido de la tarde ha sin cuando hemos tenido que cruzar un canal, montados en una balsa con las bicis, y tirando de una cadena para arrastrarnos hasta la otra orilla. Lo dicho, muy divertido. Nunca me hubiera imaginado navegando por un canal junto con la bici. Tras el momento marinero, en unos pocos kilómetros estábamos por fin en la buena senda, la de la Eurovelo 6.

El resto de la tarde hemos ido rodando por parcelarias, hasta que hemos llegado al pueblo de Saint Mathurin Sur Loire, donde hemos sacado una foto a su curiosa iglesia, con unas columnas que mas parecía el Partenón que otra cosa. A partir de esa localidad hemos abandonado las parcelarias para ir en todo momento junto al río, hasta llegar al pueblo de Gennes, donde teníamos el hotel. Nos ha costado un poco dar con el, sobre todo porque hemos seguido las señales y nos han dado una vuelta por el monte antes de dirigirnos al hotel. Pero por fin hemos llegado, con ¡100 km! en el cuenta. Tras darnos una ducha, hemos tenido que bajar a pueblo a comer algo. Al ser domingo en el hotel no nos han dado de cenar. Y el pueblo tampoco tenía mucho donde elegir, dos o tres sitios. Al final hemos cenado un bocadillo en un puesto de comida bio que habían montado junto al rio. Y que bueno el bocata, que pena que os ha sabido a poco, pero no porque fuera pequeño, sino porque llevábamos un montón de horas sin comer nada.

Tras cenar, nos hemos acercado al único bar que había abierto, que casualmente cerraban a las 9 de la noche. Cuando hemos llegado no nos han querido servir. Por 5 minutos. Lo que nos ha fastidiado es que a pesar de esta cerrando, había un montón de lugareños dentro (había una fiesta local, creemos) y tomando algo. Así que con un mosqueo de la leche, nos hemos tenido que ir al hotel a las 9 de la noche, porque no había nada abierto en el pueblo, vaya desastre. Están locos estos franceses.

Atencion. No puedo añadir el pie de foto, así que cada uno se imagine que es cada cosa.

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Loira. Etapa 1: Nantes – Le Pommeraye

No salgo de una y me meto en otra. Acabo de terminar de colgar lo que ha sido el viaje a China, al menos la parte del diario de viaje, cuando me pongo a darle de nuevo a la tecla. Acabamos de terminar la primera etapa de la ruta del rio Loira. Durante los siguiente cinco días, vamos a intentar completar los casi 400 kilometros que separan las ciudades francesas de Nantes y Orleans. Para llevar a cabo nuestro plan, vamos a pedalear por el tramo inicial de una conocida ruta europea, la Eurovelo 6, que va desde Nantes hasta Bucarest (mas de 4000 kilometros). Vamos a ir en paralelo al rio Loira, por caminos vecinales y casi sin trafico, y lo mas importante, sin ninguna cuesta. Esta seria la ruta ideal para iniciarse y engancharse al cicloturismo. En nuestro caso, además de pedalear, vamos a intentar conocer la zona, tan famosa por sus castillos.

El día ha sido duro, han sido un montón de horas de coche y unas cuantas mas encima de la bici. Hemos salido a las 6 de mañana de Laudio, por delante 670 kilometros al volante dirección Nantes. Como al final solo hemos venido Isusko y yo, hemos optado por meter las bicis en el maletero en vez de llevarlas en la vaca. Es mucho mas cómodo, ya que tan solo hay que quitar la rueda delantera, y listo, entrando dos bicis echando los asientos traseros adelante.

Como comentaba, ha sido un viaje largo hasta Nantes, pero lo hemos completado con pocos contratiempos. Hemos dado una vuelta a la circunvalación que rodea Burdeos, pero bueno, tampoco es que nos hayamos perdido. Al llegar a Nantes, sobre las 2 de la tarde (encima comidos), nos a costado un poco llegar al punto exacto donde queríamos aparcar el coche, pero para no haber estado nunca por la zona, tampoco nos ha ido mal del todo. El plan ha sido el siguiente: dejar el coche en un punto en el que pasa la ruta del Loira, sin tener que entrar en el centro de la ciudad, para montarnos en las burras y salir escopeteados sin tener que andar pensando por donde empalmar con el camino. Esa era la idea, y la hemos llevado a cabo tal como estaba planeado.

A las 3 de la tarde, hemos dado comienzo a la ruta. Hemos partido en paralelo al rio en todo momento, en una orilla o en otra, pero siempre siguiendo su curso. Los primeros kilometros hemos volado, no había mucho que ver por la zona, hasta que en el km 13 hemos tenido el primer pinchazo de la jornada. Empezamos bien. Hemos cambiado la camara y en 10 minutos estamos de nuevo en marcha. Cuando llevábamos un buen rato sin parar, casi en el km 30, he sufrido el segundo pinchazo. Maldita sea. Así no hay manera. Como no hemos encontrado nada en la cubierta (que la estrenaba hoy), he decidido poner cinta aislante en la parte interior de la rueda, por si había algo estuviera pinchando la camara. Y parece que ha funcionado, ya que hoy no he vuelto a pinchar. Después hemos rodado otros 20 km hasta el pueblo de Saint Florent, donde hemos hecho una parada para tomarnos un refresco. La terraza donde hemos estado tenía unas bonitas al rio y su puente. Así que hemos aprovechado para hacer unas fotos, que sobre la bici cuesta sacar la camara de las alforjas.

Ademas de los bellos paisajes ribereños, esta parte inicial de la ruta no ha destacado por nada mas hasta que hemos llevado a Ingrandes. La imagen de sus casas de piedra, acostadas en la orilla del rio, era de postal. Lo que nos ha sorprendido ha sido descubrir que en el rio Loira también tienen playa. En Ingrandes, aprovechan que el rio no baja con mucha agua para echar las toallas y darse un baño en algún punto no peligroso y sin corrientes. Unos pocos kilometros despues de ver esta estampa, hemos llegado a nuestro destino, la localidad de Le Pommeraye. Nos hemos tenido que desviar 3 kilometros de la ruta, pero ha sido un mal menor, ya que por esta zona no había muchos hoteles para reservar previamente por internet. Si que hemos visto un montón de campings, pero en esta ocasión hemos venido sin saco de dormir, comodidad ante todo, al menos por esta vez. Nada mas llegar al hotel (a eso de las 8), nos hemos duchado rapidamente y para las 8:30 ya estábamos sentados en la mesa. No nos hemos complicado y hemos ido a lo fácil. Encima la cena ha sido abundante, era tipo buffet, y hemos cenado todo lo que hemos querido. Para comer nos hemos conformado con unos sandwiches, por lo que a la hora de cenar necesitábamos cargar las pilas.

En resumidas cuentas, si no fuera por los pinchazos, ha sido un día de total tranquilidad. 68 km en 5 horas. Hemos ido un poco agobiados por llegar a tiempo al hotel, ya sabíamos que la primera tarde iba a ser así, pero a partir de mañana esto cambia: vamos a tener muchas cosas para ver y visitar, y todo el día para hacer los mismos kilometros que hoy. Intentare ir narrando nuestras vivencias, así que atentos al blog, ya que en esta ocasión va a ser casi on-line.

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