Me levanto con ganas de desayunar, lógico, ¿no? Y tras un desayuno decente, arranco con el coche de alquiler a la oficina de Herz en Sete. Va todo rápido y bien, por lo que para las 9:30 tengo las alforjas montadas, lo malo es que empieza a chispear. Por si acaso, les pongo las capuchas a las alforjas y saco el chubasquero. En buena hora. Y como no podía ser de otra manera, me pierdo nada más salir: me confundo en la dirección, jeje, cuesta abajo, y después, cuesta arriba para volver en la buena dirección. Pero al menos estoy en marcha, ¡por fin!
Según la página que he consultado de los canales, la primera esclusa está en el mismo Sete, mondier, la primera en la frente: hay 20 km para llegar al principio del Canal de Midi. Y encima está lloviendo, y encima, tras unos 4 km de carril bici, este desaparece y tengo que ir por la carretera general. Llego a una rotonda al de 15 km, y me encuentro un carril bici, le pregunta a un señor si lleva al Canal y me dice que sí, menudo capullo, se le olvida decirme que es en la otra dirección. Lloviendo a mares, me meto por un pueblo en el que n o se ve ninguna señal, al final, vuelvo a preguntar a un señor, y esta vez parece que acertamos. Voy pedaleando junto a canal, y al otro lado del canal está el mar, todo muy bonito, hasta que me meto por un camino de tierra arcillosa y la bici empieza a tener barro por todas las partes imaginables. Los tacos de las ruedas ya no son tacos, las ruedas están cubiertas de un barro rojo que hace imposible dirigir la bici. Veo el final del camino a lo lejos, y noto que la bici se me va por momentos, resbala, ya que no tiene forma de sujetarse. Salgo de ese infierno como puedo, y tras seguir las instrucciones de otros ciclitos, llego a un puente y veo un canal. Pero no hay camino a seguir. Después de un rato probando una dirección y otra, llego al punto donde el capullo me dijo que el Canal estaba por ahí. Al final, tras cagarme en el unas cuantas veces, cojo la carretera otra vez hasta el siguiente pueblo. He perdido más de una hora, bajo la lluvia, y la bici y el menda estamos llenos de barro.
Al llegar al siguiente pueblo, Agde, le pregunto a un señor, que solo es capaz de decirme después de darme la mano: ¿english? Rosbift, jeje. Y se queda tan ancho. Me voy acercando al Canal, lo noto, estoy cerca. Por fin, tras una vuelta al pueblo, encuentro el inicio de Canal, pero al mirar el reloj me doy cuenta de que he perdido 2 horas y media, he salido a las 9:30 y hasta las 12:00 no he logrado encaminarme. Me tomo una coca y tartaleta de puerro, y arranco bajo una lluvia infernal. Llega un momento en el que el terreno cambia y vuelve a aparecer la tierra arcillosa, si antes me estaba cagando en ella, que habían sido 5 minutos, ahora todavía más, todo el camino es de ese tipo, y parece que no tiene fin. En esos momentos me acuerdo de las clásicas belgas, y me parece que estoy participando en ellas: lloviendo a mares, con la bici totalmente embarrada (pedales, frenos, cambios, no hay parte de la bici que no esté embadurnada). Tengo que parar cada dos por tres para limpiar las ruedas, quitarles la capa de barro con un palo, tengo que quitarlo a puñados. Todos los huecos que hay en los cambios están totalmente taponados. Al fin, tras unos cuantos km infernales, empieza un tramo de asfalto que me viene bien para limpiar las ruedas, pero es lo único que se limpia: el resto, sigue igual, incluso las zapatillas tienen una capa de 1 cm de barro.
Tras 2 horas y media, llego a un pueblo, Columbiers, en el que paro a comer una ensalada, por cierto, muy buena. En media hora me la ventilo y tras un café, arranco bajo una lluvia incesante. En ese momento, me faltan 65 km para llegar a Puicheric, que es donde he reservado una habitación en una casa rural, y son las 15:00 horas. En teoría, debería llevar 40 km en las piernas, pero realmente llevaré unos 70. Tengo que llegar como sea, y bien que como sea.
La tarde se hace cada vez más larga, paulatinamente, voy bajando el ritmo de mis pedaladas y noto que me va a costar llegar. Para más inri, y a pesar de ir junto a un canal, no hay una puñetera fuente por ningún lado. A eso de las 17:30, y junto al canal, diviso unos invernaderos, me dirijo a ellos y descubro que es una megatienda de flores y plantas. Le pido agua al señor que atiende, y como parece que no está por la labor, me compro una botella de zumo de melocotón. Y me meto para el pecho el litro de zumo en 5 minutos. Eso, y una barra energética, con la esperanza de recuperar fuerzas. Al menos ha dejado de llover.
Según mis cálculos, me deberían quedar 25 km para llegar a Puicheric, pero a medida que voy pasando esclusas, en vez de disminuir, aumentan las distancias. Lo peor que te puede pasar es que cuando piensas que te quedan 15 km, descubres que aún restan 20. Vas justo de fuerzas. Y se me olvidaba: todo esto con viento de cara. Si pensaba llegar a las 19, mis previsiones se van al garete. Finalmente llego a la esclusa a eso de las 20. Lo que no significa que haya llegado a la casa rural. Ahora me dirijo al pueblo, y para variar, no está señalizado. Al final llego, pero no tengo la dirección del sitio. Domaines de Fontanelles, es una bodega. Después de dar una vuelta al pueblo, o milagro, descubro un cartel con el nombre, por fin, cojo esa carretera y veo que estoy saliendo del pueblo. A las afueras me encuentro a unos señores y me indican que todavía me queda un buen trecho. Ya no se que más me espera. Me meto entre plantaciones y finamente llego a una casa, siii, era allí. 20:30, tras salir a las 9:30, casi nada.
Lo primero que hago es desmontar las alforjas y darme una ducha rápida. Una de las señoras entiende castellano, por lo que al menos no pierdo tiempo dando explicaciones. Y me siento a la mesa. Toda la familia reunida, y de invitado. Me han tenido que esperar, pero son muy agradables conmigo. La cena, de 10. Cantidad y calidad, todo productos de la casa. Tienen viñedos y el vino que hacen es buenísimo. Tanto el blanco como el tinto. Melón con tomate, una empana de hojaldre, pasta a la carbonara, pollo al limón, y de postre, quesos variados y pastel de pera. Casi nada. El señor esta alucinando cuando le he dicho que vengo de Sete y que he hecho 140km, me llaman Contador II entre bromas, son muy majos. Tras una agradable cena, toca limpiar. Estropajo con el chubasquero y las zapatillas, y mangerazo para la bicicleta. Es increíble la mierda que he traido encima.
Y tras limpiar la ropa en mi habitación, a duras penas, al sobre. No hay tele, y tampoco la echo de menos.
Impresionante, 140 km con las alforjas, lloviendo y demás…, tu no eres de Bilbao… ERES BILBAO!!!