En todo viaje hay días de transición, y hoy hay sido uno de esos. Tras el cierre del Tioga Pass, nuestra puerta de entrada a Yosemite, vamos a tener que variar el plan original del viaje: en vez de subir dirección norte por Death Valley y Yosemite para llegar después a San Francisco, vamos a continuar la ruta 66 hasta su finalización, en la playa de Santa Mónica de Los Angeles. Nos da una pena enorme no visitar el valle de la muerte, pero si vamos hacia allí tenemos 4-5 horas de carretera para ir y volver. A eso hay que sumarle el tiempo que dediquemos al parque. Y el mayor problema, de allí a San Francisco no tendríamos nada que visitar. Lo dicho, vamos a completar la ruta desde su inicio hasta su final.
Ayer dejamos algo pendiente: ver el famoso cartel de bienvenida a Las Vegas. Sabíamos que estaba en Las Vegas Boluevard, por lo que hemos seguido la calle hasta encontrarlo. Ha sido fácil. Encima, esta preparado para detenerse, aparcar enfrente y poder hacer fotos tranquilamente. Y una vez aquí, hay que sacarse la foto de rigor, sería un delito no hacerlo. Hemos coincidido justo con un par de chicas y nos hemos hecho las fotos mutuamente. Una de ellas hablaba castellano, y nos ha comentado que venían a la ciudad para celebrar su cumpleaños. Se les notaba que llegaban con ganas de divertirse.
Y tras la foto, estábamos de nuevo de camino, por la 95 sur. Un buen rato después de salir, hemos tenido que parar a desayunar en un pueblo llamado Searchlight, y sólo había un McDonalds. Así qué hemos tomado lo que hemos podido, siempre intentando evitar hamburguesas, que todavía eran las 9 de la mañana. La zona en la que se encuentra Las Vegas es muy desértica, hay algunas montañas, pero no tienen ni una marcha verde: roca y hierba seca. Además, por la carretera había muy pocas poblaciones, por lo que lo hemos repostado cuando hemos podido. Viendo el panorama, hemos ido una buena parte de la mañana por una zona muy árida. Mientras íbamos por Nevada la carretera era de doble carril, pero al entrar en California, ha pasado a ser de un único carril. Pero lo más curioso ha sido que estaba plagado de toboganes: kilómetros y kilómetros para arriba y para abajo.
En el momento que hemos cruzado la vía del tren de Santa Fe, han aparecido las señales de la ruta 66, sin llegar a Needles. Así qué ya estábamos de nuevo en ruta. Al abandonar la 95, hemos ido prácticamente solos durante muchos kilómetros. En paralelo a las vías, y cruzando y adelantando los trenes de mercancías. Llevamos varios días en paralelo a las vías, y es inimaginable el tránsito de trenes así como la cantidad de contenedores que transportan. Muchos de los pueblos que nos vamos cruzando, la mayoría medio abandonados, serían seguramente antiguas estaciones, que hoy en día han desaparecido.
Así qué la mañana ha sido monótona, casi no hemos parado, excepto para disfrutar del paisaje y sacar alguna foto. Lo más curioso ha sido un tramo de un montón de kilómetros en los que los ruteros apilan piedras para escribir sus nombres, o el mensaje que quieren, en la cuneta. No sabemos cuantos podría haber, pero es impresionante toda la gente que se han detenido. Algunos incluso se han llevado las piedras de casa, ya que eran de colores llamativos, y no creo que en el desierto encontraran piedras naranjas (color calabaza) o azules.
Y la mañana ha dado para poco más. Rectas interminables por el medio del desierto y con poco que ver de la ruta. Pero es que la tónica del día ha sido esa. A diferencia de otros estados, parece que la actitud de California hacia la ruta es de indiferencia. Hemos vuelto a la I40, y no hemos salido de la autovia más que para cambiar a otra autovia. Hay muy pocos tramos de la ruta fuera de las carreteras principales. Pensábamos llegar por la noche a la ciudad angelina, pero a las 3 de la tarde estábamos ya en Foothill Boulevard. Dábamos por hecho que terminábamos la ruta hoy mismo, pero hemos pasado toda la tarde por esa calle, parando cada poco tiempo en semáforos o cruces. Así es imposible avanzar, pero la ruta va por aquí, y la vamos a seguir mientras podamos. Los pueblos son bonitos, se ve que el nivel de vida es alto, pero al final aburre que sea todo tan parecido. En la guía, casi no destacan nada para ver, en algún pueblo han puesto algunos carteles con el 66, pero parecen de pega.
Así qué finalmente no hemos llegado a Los Angeles. Se hacía de noche, y hemos preferido parar en Pasadena, que esta cerca (los pueblos están pegados, aquí esta todo construido sin separación) y mañana ver Los Angeles a la luz del día y sin prisas. Nos hemos metido en un motel que no es de ninguna cadena, y hemos notado mucho la diferencia, era un poco cutre, pero queríamos probar un motel más auténtico, y vaya si lo ha sido.