Último día de ruta. Ya podemos oler el agua salada, la costa esta a un paso, pero antes tenemos que cruzar la ciudad de Los Angeles. Ayer por la tarde nos costo mucho llegar sólo hasta Pasadena, pero hoy esperamos avanzar un poco más rápido. Para las 7 de la mañana ya estamos saliendo por la puerta de la habitación y cargando las maletas en el coche. Al ser una hora de entrada al trabajo, hemos encontrado bastante tráfico en la 101 (hemos salido del boluevard para entrar a la autovia). Han sido varios kilómetros de atasco, hasta que hemos llegado a la salida de Sunset Boulevard. A partir de ese punto casi no hemos encontrado tráfico, y hemos podido ir tranquilamente, observando las tiendas, gasolineras o personas. Referencias a la ruta: ninguna. Este Boulevard es bastante famoso, pero tampoco nos ha llamado la atención demasiado.
La ruta 66 se desvía por Santa Mónica Boulevard, pero nosotros hemos variado el recorrido para entrar a Hollywood Boulevard (volveríamos a empalmar con la ruta un poco más adelante). Teníamos que visitar el paseo de la fama. Hemos ido atentos a la acera hasta que hemos empezado a ver las estrellas. En ese momento hemos aparcado y hemos empezado a patearnos la calle. Hemos pagado una hora de parquímetro, y durante ese tiempo hemos caminado calle arriba, con la vista clavada al suelo, leyendo el nombre de cada estrella. Pero hemos aparcado demasiado lejos, por lo que para cuándo nos hemos dado cuenta, estaba a punto de expirar nuestro tiempo. Asi que vuelta al coche y a moverlo. Nos quedaban un montón de estrellas por cazar.
La segunda vez, hemos aparcado en el parking del centro comercial del Dolby Theatre, para no dar más vueltas. Directos a lo que nos interesaba. En esta zona esta el citado teatro y el teatro chino. Durante toda la calle hay estrellas de famosos, pero en la entrada del teatro chino es donde los actores dejan su huella en forma manos, pies y la firma. Impresiona ver el sello de gente como John Wayne, Jack Lemmon, Al Pacino…. e incluso el de Cantinflas, que esta en esta zona, la reservada para las estrellas vip.
Pero aún nos quedaba por descubrir otro de los clásicos de Hollywood, sus famosas letras sobre la colina. Desde la parte posterior del teatro se pueden ver, pero estamos muy lejos. Vamos a intentar acercarnos todo lo que podamos. Así que cogemos el coche y salimos a una calle que va en esa dirección, pero no hemos encontrado ninguna carretera que suba por el monte. Y al final tenemos que desistir y darnos media vuelta, nos estamos alejando cada vez más de Hollywood y no vemos forma de acceder. Después hemos leído que no se puede entrar en el barrio sin tener una autorización especial, incluso hay un dispositivo de seguridad de la policía. Así que hubiera sido imposible acercarse más, tendremos que conformarnos con el recuerdo de una foto lejana.
Tras visitar el paseo de la fama, volvemos a retomar la ruta por Santa Mónica Boulevard. Tenemos que atravesar la ciudad para llegar a ver el mar en las famosas playas de Santa Mónica. Pero antes nos queda otra parada: Beverly Hills. No hace falta poner cartel ninguno para saber que has llegado. De repente, la calle se convierte en una avenida con verdes jardines a sus lados, así como palmeras y árboles. Se empiezan a ver casas en vez de edificios, y los coches pasan a ser de lujo. Con las tiendas pasa lo mismo. Cerca de Rodeo Drive, una de sus calles de tiendas más conocida, están las letras de bienvenida, así que no hemos podido evitar detenernos para hacernos una foto.
Y tras otro rato de aburrida conducción entre semáforos y cruces, por fin llegamos al final! Ha sido un poco decepcionante. Después de hacer una ruta tan larga, te esperas algo especial al llegar, pero es todo lo contrario, la ruta termina en una calle normal y corriente, sin llegar al paseo ni a la playa. Como dicen en la guía, es un final muy triste, y razón no les falta. Después de todo lo que hemos visto, de todo lo que hemos disfrutado, no es el mejor colofón. Pero es lo que tiene California. Si la ruta terminara en otro estado, Illinois por ejemplo, le darían un final como se merece.
Así qué dejamos las indicaciones de la guía y nos dijimos a la playa, para aparcar justo al lado del muelle. Parece que hemos estado antes en el mismo, después de salir en tantas películas, todo te resulta muy familiar. Caminamos por el muelle bajo un sol de justicia (el clima en Los Angeles es muy veraniego) entre parque de atracciones, restaurantes, músicos ambulantes, una mezcla variopinta.
En la mitad del muelle hay una señal, más simbólica que otra cosa, que indica que has llegado al final de la ruta 66. La gente se para y se hace fotos, nosotros hacemos lo propio, a diferencia de ellos, si que somos verdaderos ruteros.
Un poco más adelante esta la última tienda de recuerdos de la ruta, con un mapa de la misma y algún que otro detalle que ya conocíamos: han sido 2448 millas de camino (a los que hay que sumar los del desvío a Las Vegas) en 11 días de ruta. Casi nada.
Tras el paseo por el muelle, teníamos que bajar a la playa y acercarnos a los puestos de vigilantes. Esperaba que Pamela Anderson bajara corriendo de uno de los puestos, pero no ha habido suerte, de hecho la mayoría estaban cerrados.
Y como colofón a la ruta, hemos comido en un restaurante que se encuentra en el mismo muelle, el Bubba Gump. Se trata de un local inspirado en Forrest y su colega de pesca de gambas. Como no podía ser de otra forma, el plato estrella son las gambas cocinadas en todas las formas posibles. Nosotros hemos elegido uno de los preferidos de los clientes, unos conos con gambas fritas. Lo más curioso del local es que los camareros te hacen preguntas en plan coña sobre la película: como se llamaba la mujer de Forrest, su barco, su perro (que no tenía…)
Y esto ha sido todo en cuanto a la ruta 66, espero que aunque en la distancia, hayáis disfrutado tanto como nosotros de esta aventura. Con esta entrada damos por finalizada la historia, aunque nosotros seguimos la ruta hacia San Francisco, aún nos quedan tres días para despedirnos de los EEUU.