Driving Route 66 (2): cruzando Illinois entre gigantes

Ya estamos de camino. Por fin. La estancia en Chicago ha sido muy corta, y hemos dejado un montón de cosas sin ver, pero la carretera manda. De nuevo me tocaba pegarme con el coche y sus cambios automáticos. Pero esta ve ha sido mucho más fácil, me ha costado acostumbrarme a reducir sin pisar el embrague, pero esta todo bajo control. Tampoco es que vaya muy rápido.

Para ir haciéndome más al coche, nada mejor que meternos por las calles del centro de Chicago. Sobre el mapa teníamos claro por donde ir, pero en algún punto nos hemos desviado, y nos hemos encontrado dando vueltas por el centro. Mirando cada nombre de calle en el mapa que nos habían dejado en el hotel. Al final nos ha servido bastante más guiarnos por la ubicación de la autopista, y cuando menos nos lo esperábamos, y gracias sobre todo a la suerte, hemos visto una señal de la Ruta 66. ¡Ya estamos de camino! Y encima desde el primer metro de la ruta.

A partir de este momento, ha sido todo mucho más fácil. Tan sólo teníamos que seguir las señales de la ruta, que aparecían de vez en cuando. Aunque como no, en las afueras nos hemos vuelto a perder. En la guía que llevamos con nosotros ponía que había que desviarse en Lawnware, por lo que hemos conducido por un barrio residencial, el típico se las casas familiares, hasta llegar al final del camino. La carretera se terminaba. Así que vuelta para atrás por donde habíamos venido. Más tarde hemos descubierto que hay que tener cuidado con los nombres, porque pueden llamarse igual boulevares o calles, y en nuestro caso ha sido eso. Pero bueno, nos hemos reincorporado, y para adelante.

La primera parada del,día ha sido en Willowbrook, donde se encuentra un famoso restaurante de pollo frito, muy conocido entre los ruteros, pero a la hora que hemos llegado (sobre las 10), todavía no habían abierto. La siguiente para ha sido en Joliet, sobre el papel no había nada que ver, pero había unas figuras de los Blues Brothers sobre el tejado de la oficina de información de la ruta, no hemos podido evitar pararnos para hacer una foto. Unos cien metros más adelante había una antigua gasolinera o taller, decorada con unos coches antiguos, que también nos ha gustado mucho. Sobre todo el coche de policía.

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Después de esta parada, no hemos vuelto a bajarnos del coche hasta llegar a Wilmintong. Allí nos aguardaba el primer gigante de la ruta: Gemini. Este es uno de los tres gigantes que hay en el estado de Illinois. Los gigantes se apostaban al lado de restaurantes de carretera, y servían como reclamo para los viajeros. Si se crearon para eso, consiguen su objetivo con creces, son espectaculares. En este caso, el restaurante llevaba un tiempo cerrado, pero tampoco mucho.

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En este mismo pueblo hemos parado para comer, que ya era hora. Hemos elegido un sitio llamado Nelly’s. Y nada más entrar hemos visto que tenían un reto en plan Crónicas Carnívoras, The Bomb: comerse una hamburguesa gigante con sus patatas en 15 minutos. Incluso tenían su hall of fame con algunas fotos. Que decir de la comida, fritanga, fritanga, fritanga. Pero que buena.

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Después de comer, y de cruzar pequeños pueblos unos tras otras, nos tocaba visitar dos de las gasolineras más conocidas de Illinois. Estas antiguas gasolineras se encuentran cerradas desde hace muchos años, pero están restauradas y se pueden visitar, para recordar los buenos tiempos en los que la vida de estas localidades giraba en torno a esta ruta. Todavía lo hace, pero ya es más turisteo. La primera es Dwight, que estaba cerrada.

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En Odell en cambio hemos podido entrar y charlar un rato con la señora que atendía. Todo estaba restaurado por asociaciones de amantes de la ruta, que trabajaban como voluntarios para mantener este patrimonio. La señora era de una ellas. Eso si, para poder mantenerlo, pedían al visitante que comprara un souvenir. Así qué nos hemos comprado una matrícula la mar de chula.

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La siguiente parada ha sido Pontiac, donde destaca su museo de la ruta, con innumerables recuerdos en forma de fotos, coches, ropa…. Merece la pena una visita. En la parte trasera, se encuentra el mural más grande de toda la ruta. Espectacular. Además de este, el pueblo esta plagado de otros murales. En cualquier pared podías encontrarte uno. La verdad es que nos ha encantado el pueblo.

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El segundo gigante de la jornada nos esperaba en Atlanta. Con un hotdog en las manos, llamada a comer en un restaurante que se encontraba a sus espaldas. Ya habia desparecido, no quedaba ni el edificio. El gigante en cambio seguía en pie (había sido restaurado, por supuesto). También destacaba en Atlanta su chupa-chups. Un depósito de agua que habían pintado de amarillo y al que habían dibujado una cara. Curioso realmente. Hasta ahora, todos los pueblos que hemos visitado tienen su depósito de agua, y suelen poner el nombre del pueblo en el mismo para poder verlo de lejos e identificar dónde te encuentras.

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Hemos salido sobre las 16:30 de Atlanta, y ya estaba cayendo la noche. Quedaban pocos minutos de luz, y unos cuantos kilómetros hasta Springfield, 50 al menos. Por el camino, y aprovechando los últimos rayos de luz, nos hemos detenido frente a un motel con un carro gigante conducido por Abraham Lincoln. Una vez más, el reclamo del gigante ha funcionado. Y este no estaba previsto.

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Cuando hemos reemprendido el camino estaba casi de noche. Así qué no nos hemos parado hasta llegar al motel, en Springfield. No nos ha costado mucho encontrarlo. Esta en pleno centro, y junto a un hospital, por lo que con seguir sus señales ya hemos llegado a la zona. Como en el hotel no había nada para cenar, hemos tenido que coger el coche para ir al centro. Menos mal. A las 6 de la tarde estaban todas las calles desiertas, y hemos tenido que dar un par de vueltas al centro hasta encontrar un restaurante italiano, el Saputo’s. Buena comida italiana.

Y el día no ha dado para más. Mañana con luz visitaremos la ciudad antes de partir. Hay bastantes cosas para ver, teniendo en cuenta que esta es la cuna de Abraham Lincoln. Desde su casa hasta su museo. Así que habrá que madrugar para aprovechar los rayos del sol al máximo y llegar al siguiente destino de día: Cuba.

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