Loira. Etapa 5: Blois – Orleans

Ultima etapa para los cicloturistas globeros. Lo primero que hemos hecho al levantarnos ha sido comprobar el estado de la cámara que arregle la noche anterior. En un primer momento daba la impresión de estar en buen estado, pero cuando le he metido en la cubierta, y la he hinchado a tope, a empezado a perder aire de nuevo. Así que al final le he puesto una cámara nueva, solo nos quedaba esperar a que aguantara el día entero. De todos modos, antes de salir de Blois hemos buscado una tienda de bicis y hemos comprado un par de cámaras de recambio. Mejor ser previsores que volver a quedarnos tirados.

La salida de Blois ha sido sencilla, hemos cogido el desvío hacia el castillo de Chambord, que supuestamente estaba a unos 20 km. Pero en algún punto nos hemos desviado: la ruta indicaba que estábamos cerca del pueblo que estaba después de Chambord, St Dye Sur Loire. Así que para asegurarnos, hemos hecho un par de km hacia atrás, y hemos cogido la carretera comarcal que lleva al castillo. Los experimentos, con gaseosa. Ha sido un acierto, al menos nos nos hemos vuelto a perder, y nos hemos plantado en el castillo al mediodía. Ya desde la recta que te encamina al castillo, se puede apreciar su descomunal tamaño. Y a medida que te acercas, empiezas a descubrir el detalle de sus torres.

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Para esa hora, el sol nos estaba castigando sin piedad. No sabíamos exactamente que temperatura podría hacer, pero seguramente era superior a los 30 grados. En la parte trasera del castillo, hemos aprovechado para tomar un refresco sentados a la sombra, momento en el nos hemos sacado las fotos de rigor, y es que la parte trasera de Chambord es mucho mas espectacular la delantera. Desde este punto se aprecia mucho mejor el detalle de la construcción. Encima hay un canal que rodea el castillo, y por el mismo navegan algunas barcas de alquiler. En la parte delantera, había algunos andamios que hacían perder algo de encanto al castillo. De todos modos, esta ha sido el que mas nos ha gustado, y es que no me extraña que sea el mas famoso, es espectacular.

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A la salida del castillo, cuando hemos retomado la vía del Loira, hemos descubierto que la pista iba al pueblo que indicaba anteriormente: St. Dye Sur Loire. Conclusión, que hubiéramos llegado de todos modos, pero por otro camino. No íbamos desencaminados. Hasta el pueblo hemos rodado entre bosques, y lo hemos agradecido, ya que como comentaba, el sol calentaba una barbaridad. Menos mal que al ir en la bici te pega el aíre y te refresca un poco. Es parar, y empezar a notar el infierno sobre nuestras cabezas. Pero todo no han sido sombras, y los siguientes 30 km los hemos echo por una pista que cruzaba la mayor parte del tiempo por campos de cultivo, por lo que hemos sufrido bastante. Por esta zona no había nada destacable que visitar, si no fuera por la central nuclear que había cerca de Tavers. Por supuesto que hemos intentado ir un poco mas rápido a su altura, je je. Nos habíamos marcado como meta llegar hasta Beaugency para parar a comer. Y hemos llegado bastante justos de fuerzas por el calor, encima ya teníamos bastante hambre y se notaba en las piernas. Menos mal que en Chambord hemos comprado una botella grande de agua para rellenar los botellines, sino hubiera sido imposible llegar. Hubiéramos tenido que meternos en alguna casa a pedirles agua. Y es que como he repetido mas de una vez, es bastante difícil encontrar fuentes en Francia, o es que las tienen muy escondidas.

En Beaugency, había algunos sitios para comer, además de una playa hasta con piscina. En el Loira esta prohibido el baño, así que aprovechan la arena del río, pero se refrescan con piscinas artificiales o simplemente con duchas. En esos momentos, no nos hubiera importado darnos un chapuzón para bajar la temperatura corporal, estábamos ardiendo. En el restaurante italiano en el que hemos comido, nos hemos bebido una botella de agua de litro antes incluso de que nos sacaran la comida. Eso, y con el aire del restaurante, nos hemos recuperado bastante. Pero lo que nos ha espabilado ha sido el plato de farfulle a la carbonara que nos hemos metido para el cuerpo. Una ración descomunal. Lo que mejor nos podía venir en esos momentos. Lo curioso ha sido que nos han servido el plato con medio huevo crudo, con la cascara y todo, sobre la pasta. La señora nos ha explicado que lo teníamos que volcar, y removerlo todo. Estaba sublime.

Mientras estábamos comiendo, se han sentado a nuestro lado una familia de Vitoria, que al ver el maillot de Isusko, el del Laudio, nos ha hecho un comentario. Casualidades que pasan, lo raro es que no fueran de Laudio, ya que siempre te encuentras a alguien vayas dos de vayas. La familia estaba recorriendo la zona en autocaravana, y estaban alucinados de lo bonita que era la zona, y de lo que bien preparada que estaba para las caravanas. Francia es el paraíso de los campistas. Hay campings en todos los pueblos, y están muy bien preparados.

Después de la comilona, no hemos podido terminar el plato, arrancábamos de nuevo. Nos quedaban solo 30 km para llegar a Orleans y terminar la ruta. Pero todo no iba a ser tan fácil, alguna teníamos que hacer antes de llegar. Y así ha sido. En Meung Sur Loire, nos hemos despistado un momento y hemos cogido un GR que iba a Orleans, en vez de por la ruta del Loira. Y no solo nos hemos perdido, sino que a unos señores que nos han preguntado, les hemos mandado por el mismo sitio. Un camino de cabras. Al de 2 km le he dicho a asustó que mejor salirnos, si no queríamos volver a pinchar. Aquello era una lotería. Así que hemos tenido que volver esos 2 km por la carretera, tras salirnos del camino. No hemos vuelto a ver a los señores, por lo que creemos que se han metido por el GR seguro, pero vete a saber donde han terminado. Nosotros hemos retomado la ruta en Meung, cruzando a la otra orilla del Loira.

Con el calor que hacia, y casi sin sombras en todo el camino, hemos sufrido un poco para llegar a Orleans. De piernas íbamos sobrados, y de fuerzas también, pero el calor nos apretaba. Ha llegado un momento, cuando estábamos sin una gota de agua, en el que hemos tenido que entrar a un cementerio a llenar los botellines. Hemos visto a otros ciclistas salir con los bidones, y tras preguntarles nos hemos metido nosotros también. Y menos mal que estaba el cementerio. Así, con las reservas de agua completas, hemos llegado a Orleans tranquilamente. Antes de las 6 de la tarde ya estábamos haciendo el check-in en el hotel, por lo que hemos tenido tiempo de sobra para ducharnos y salir a dar una vuelta por su casco antiguo.

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Lo mas destacado y famoso de Orleans es su catedral, junto con su principal personaje histórico: Juana de Arco. La catedral, impresiona tanto por sus dimensiones como por el detalle con el que esta construida. La pena es que en uno de sus laterales estaban haciendo obras, y había unos andamios tapando parte de la estructura. Pero daba igual, con ver su parte delantera era suficiente. Andando unos pasos desde la plaza de la catedral, te adentras en el casco antiguo, y se empiezan a ver las típicas casas, con sus fachadas de madera y decoradas con tablas entrecruzadas. En ese sentido, Orleans ha sido la ciudad con el casco antiguo mejor conservado, junto con Blois. La plaza del Chatelet, tiene unas cuantas casas de ese estilo, la pena es que han construido un centro comercial al lado. También merece la pena bajar a la ribera del río, y darse un paseo. A la altura de la zona antigua, hay un par de barcos atracados, uno de ellos de vapor, que le dan un toque especial. Por la noche, iluminan los puentes y barcos, y el panorama mejora.

La cena de este último día, ha sido sin duda la mejor de todo el viaje. Había un menú que estaba bien de precio, y encima la comida era de calidad. No hemos podido evitar pedir pato confitado, ya que estábamos en la Galia, espectacular. Los otros platos que hemos pedido, de entrantes, también muy buenos. Ha sido el mejor colofón a una ruta, que si no fuera por los pinchazos, ha sido de sobresaliente.

Mañana toca volver para casa. Vamos a hacer la ruta a la inversa, pero en tren. Volviendo a cruzar desde las vías, las ciudades de Blois, Tours o Angers, para llegar a nuestro punto de partida: Nantes. En Nantes volveremos a coger el coche, y a la carretera para volver a casa.

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