Octavo día, y todavía muchas cosas por contar. Poco a poco nos acercabamos a Reykjavik, estabamos completando la vuelta a la isla por el Ring Road. Este día fue sin lugar a dudas el más duro de todos: el tiempo fue impasible con nosotros, casi no nos dio tregua.
Dejamos Siglufjordur bajo una lluvia incesante. De vuelta a la carretera de la costa, nos detuvimos un momento en la localidad de Hosfos. Esta población, tenía un vínculo muy especial con EEUU y Canada, ya que en el siglo XIX se produjo un flujo migratorio muy importante a tierras americanas. De ahí que incluso tuvieran un centro de emigrantes en el se estudiaba el fenómeno y se investigaba la genealogía. Lo que más nos llamo la atención de este pueblo fue la guardería. Detuvimos el coche un momento para sacar unas fotos, y fue salir, hacer una instantanea al puerto, y volver a toda leche adentro. No se podía estar afuera. A unos pocos metros, niños de menos de 4 años jugaban tranquilamente en el jardín del colegio. Estaban embutidos en unos buzos impermeables, pero era increible ver como correteaban, bajaban por el tobogan o se columpiaban. Parecían no inmutarse ni por el viento ni por la lluvia. Alucinante. Es evidente que estan hechos de otra pasta.
Al salir del pueblo, vimos un curioso espectáculo: varios vecinos persiguiendo a una especie de cabra, de lana blanca, y no pequeña precisamente. Iba de un lado a otro de la carretera, envistiendo a todo lo que se ponía por delante, y las personas eran incapaces de hacer nada, excepto seguirla. Era cómico ver como los coches se apilaban en la cuenta, y se sumaban más vecinos a la caza. Como no nos apetecía salir bajo la lluvia a correr tras el bicho, cuando lo vimos alejarse, hicimos lo mismo pero en dirección contraria.
Abandonamos la costa por un momento y nos dirigimos esta vez al interior. A unos pocos kilómetros, se encontraba la población de Holar, conocida entre otras cosas por su universidad. Resultaba chocante que en una población de tan solo 100 habitantes y en un entorno rural, existiera una universidad. Pero Holar fue durante siete siglos el centro cultural y educacional del norte de Islandia, por lo que una vez conocida su historia, resultaba un poco menos extraño. Eso si, imposible pensar en tomar un café o algo para calentarse. Visitamos las típicas casas de turba, la iglesia, y reemprendimos de nuevo la ruta.
Como ya teníamos ganas de tomar algo, hicimos la siguiente parada en Skagafjordur, la población más grande en cientos de kilómetros. Aún eran las 12 de la mañana, pero el día estaba tan oscuro, y llovía de tal manera, que en vez de ver el pueblo, nos metimos en una pastelería a tomarnos un reconfortante café con crema y comernos un pastel de quitar el hipo. Los lugareños se estaban tomando la característica sopa islandesa, que no falta en ninguna cafetería, restaurante o gasolinera. Se puede decir que es el plato estrella del páis, por delante del pescado. Al menos, es el más consumido.
Cerca de Skagafjordur, se encontraba Glaumbaer, la granda de turba más grande de la isla. El lugar merecía una visita a conciencia, sobre todo por dentro de las casas, pero el clima no invitaba a estar mucho tiempo fuera del coche. Salir unos minutos suponía volver calado. A pesar de las adversidades, nos dimos un paseo rodeando la granja. Quizá las casas no fuera tan antiguas como otras que habiamos visto anteriormente, pero ciertamente era con diferencia la más grande con sus 16 casas.
Tocaba parar para comer, y esta vez tuvimos suerte, ya que encontramos un restaurante abierto en Blonduos. Siguiendo la guía azul, y tras intentarlo en un par de locales, llegamos a parar al restaurante Potturinn, todo un descubrimiento. Nos costo decidirnos por la variedad de su carta, pero finalmente comimos dos platos de pescado. El salmón, fresco, y con gran sabor. La sopa del día, buenísima también. En definitiva, uno de los mejores restaurantes de entre los que estuvimos en Islandia.
Con la tarde por delante, y demasiado cerca del hostel de Osar, de camino aprovechamos para detenernos en algún que otro sitio. Siguiendo una señal que indicaba un punto de interes, nos adentramos en una pista de piedra suelta, que poco a poco iba ascendiendo a una cadena de montañas. A medida que ascendiamos, el clima fue inquietándonos. El viento movía el coche con violencia, hasta el punto que al detenernos y salir afuera, la puerta se abrio con tal fuerza que estuvo a punto de arrancarla de cuajo. Puede que suene exagerado, pero estabamos a 2 grados y estaba nevando. Esti volvió al coche por precaución, pero yo me acerque corriendo a la antigua fortificación de Borgarvirki. Ya solo quedaban los restos de los muros, pero desde sus 177 metros de altitud, dominaba la zona con unas estupendas vistas. Al bajar al coche, una racha de tiempo, que me pillo desequilibrado, estuvo a punto de tumbarme. Poco le falto.
Una vez más, nos tocaba hacer noche en un hostel apartado, a 30 kilómetros de la carretera principal. Tuvimos quer circular de nuevo sobre una pista de piedra y grava para llegar al Osar Hostel. Pero merecia la pena, el hostel estaba junto al mar, las vistas eran increibles, y sobre todo, se encontraba frente a la mayor colonia de focas de Islandia. No tardamos mucho en dejar las cosas en la habitación, y bajamos por una pista hasta la playa. El viento junto al mar era helador y estaba nevando, por lo que no pudimos aguantar mucho tiempo en la orilla. Al igual que en Husey, no vimos ninguna foca. Segundo intento fallido. Llegamos al hostel medio congelados y volvimos a entrar en calor pegados a los radiadores. No pudimos evitar preguntar al dueño del hostel por las focas: volver a bajar mañana por la mañana, fue su respuesta. No perdimos la esperanza.
El tiempo iba cada vez a peor, y cuando estabamos terminando de cenar, se fue la luz en el hostel. Menos mal que compramos el frontal antes del viaje. El responsable del hostel intentaba encontrar el problema, pero no conseguía solucionarlo. Como el tema no tenía pinta de mejorar, nos fuimos a la cama, donde mejor podíamos estar.
Muy buen blog, capaz te guste el mio
americas360.wordpress.com/
saludos
gracias! el tuyo también está muy bien