Segundo día rodando por las tierras del Loira. A diferencia de ayer, hoy no hemos sufrido ningún pinchazo, pero en cambio hemos tenido problemas para salir de Angers, ya que no estaba casi señalizado. Lo normal cuando tienes que salir de una ciudad, lo curiosos que para entrar nunca hay problemas, pero bueno, esa es parte de la emoción del cicloturista globero.
Nada mas salir del hotel, en Pommeraye, hemos tenido una prolongada bajada que nos ha ayudado coger un ritmo asequible y sostenible. En Montjean sur Loire, a solo 3 km de Pommeraye, nos hemos encontrado un gracioso gallo, que según un lugareño, cantaba cada hora. Hemos parado a sacarle una foto, y a partir de ese momento hemos rodado un buen rato junto al Loira. Es increíble rodar por este tipo de terreno. Lo normal es pedalear por un carril bici, o por carreteras locales casi sin trafico, por lo que vas con total tranquilidad. Y encima, si no vas junto al rio, viendo los puentes, los arenales, o simplemente el agua, te meten por parcelarias, en las que hay todo tipo de plantaciones: viñedos, maizales o trigales. Y las extensiones son impresionantes. Claro que con todo el agua que extraen del río, pueden tener todos los alrededores mas que regados, y hacer que la tierra sea muy fructífera. Temas agrarios aparte, la Eurovelo 6 pasa en muchos de sus kilometros por este tipo de terrenos.
La primera parte de la etapa concretamente ha sido así, hasta que hemos llegado al puerto fluvial de Savennieres. No hemos podido evitar parar para hacer alguna foto. Había una terraza plantada allí mismo, con unas vistas impresionantes. Si no fuera porque habíamos desayunado un rato antes, bien podíamos habernos parado. Adentrados en el pueblo, hemos descubierto su iglesia, que nos ha sorprendido por su campanario y su reloj. Hemos parado a hacer una foto, claro. A salida del pueblo, se encuentra la única isla habitada de todo el rio Loira: Ile Behuard. No es muy grande, pero lo suficiente para tener sus casas, sus plantaciones, y por supuesto que su iglesia. Lo curioso ha sido que esta construida pegada a una gran roca. También nos ha sorprendido encontrarnos una capilla al aire libre, en una campa. Frente a la capilla había una especie de monolito en memoria de prisioneros de la segunda guerra mundial que habían estado en la isla. El momento gracioso ha sido cuando le dicho a Isusko que bajara a un arenal del rio para sacarle una foto, y nada mas meter las ruedas en la arena, la bici se ha quedado clavada y a tenido que echar pie a tierra, con la mala suerte de meter el pie en un charco. Parte de guerra tras el incidente: el pie mojado y las ruedas llenas de arena. Y encima nos hemos quedado sin sacar la foto.
Una vez abandonada la isla, hemos puesto rumbo a Angers. Han sido unos 20 km bastante agradables por un carril bici con sombra (el sol pegaba cada vez mas, se agradecía). A medida que nos hemos acercado a Angers, hemos pasado por un montón de parques de recreo, con sus zonas de baño en el rio, zonas para barbacoas, canchas deportivas, etc. La verdad es que lo tienen bien montado los franceses. Durante todo este tiempo, hemos tomado una ruta alternativa que nos desviaba por Angers, la Eurovelo seguía el curso del Loira, pero nosotros nos hemos desviado para poder ver la ciudad. Y nada mas llegar, hemos alucinado con el tamaño de las murallas del antiguo castillo. Increíble la anchura de sus torres. A unos 200 metros, nos hemos encontrado con una bella estampa de la catedral, con sus largas escaleras en su parte frontal. También nos ha gustado el puente cercano, adornado con flores. Pero sin duda lo mejor de Angers ha sido la Casa de Adán, una casa decorada con tallas de madera, y con siglos de antigüedad. Una de las casas mas chulas que hemos visto. Cerca había también otra casa de estilo similar, con sus esculturas de madera decorado las ventanas, puertas o vigas. Sin duda, lo mejor que hemos visto en Angers.
En ese momento llevábamos 50 km, por lo que tocaba sentarse tranquilamente a comer. Al ser domingo estaba casi todo cerrado, pero hemos encontrado abierto un italiano que servia comida para llevar, que por suerte tenía unas mesas a modo de terraza, por lo hemos podido comer un buen plato de pasta sin perder de vista las bicis. Y a partir de ese momento, hemos tenido que dar un par de vueltas al casco antiguo en busca del carril bici que nos devolverla a las orillas del Loira. La verdad es que estaba muy mal señalizado, por no decir que nada. Menos mal que con la ayuda del navegador, hemos salido en la dirección correcta, y después hemos encontrado el pueblo del que partía el carril que nos llevaría al río. Por el camino hemos tenido que pedir agua en una casa porque es prácticamente imposible encontrar una fuente junto a la ruta. Lo mas divertido de la tarde ha sin cuando hemos tenido que cruzar un canal, montados en una balsa con las bicis, y tirando de una cadena para arrastrarnos hasta la otra orilla. Lo dicho, muy divertido. Nunca me hubiera imaginado navegando por un canal junto con la bici. Tras el momento marinero, en unos pocos kilómetros estábamos por fin en la buena senda, la de la Eurovelo 6.
El resto de la tarde hemos ido rodando por parcelarias, hasta que hemos llegado al pueblo de Saint Mathurin Sur Loire, donde hemos sacado una foto a su curiosa iglesia, con unas columnas que mas parecía el Partenón que otra cosa. A partir de esa localidad hemos abandonado las parcelarias para ir en todo momento junto al río, hasta llegar al pueblo de Gennes, donde teníamos el hotel. Nos ha costado un poco dar con el, sobre todo porque hemos seguido las señales y nos han dado una vuelta por el monte antes de dirigirnos al hotel. Pero por fin hemos llegado, con ¡100 km! en el cuenta. Tras darnos una ducha, hemos tenido que bajar a pueblo a comer algo. Al ser domingo en el hotel no nos han dado de cenar. Y el pueblo tampoco tenía mucho donde elegir, dos o tres sitios. Al final hemos cenado un bocadillo en un puesto de comida bio que habían montado junto al rio. Y que bueno el bocata, que pena que os ha sabido a poco, pero no porque fuera pequeño, sino porque llevábamos un montón de horas sin comer nada.
Tras cenar, nos hemos acercado al único bar que había abierto, que casualmente cerraban a las 9 de la noche. Cuando hemos llegado no nos han querido servir. Por 5 minutos. Lo que nos ha fastidiado es que a pesar de esta cerrando, había un montón de lugareños dentro (había una fiesta local, creemos) y tomando algo. Así que con un mosqueo de la leche, nos hemos tenido que ir al hotel a las 9 de la noche, porque no había nada abierto en el pueblo, vaya desastre. Están locos estos franceses.
Atencion. No puedo añadir el pie de foto, así que cada uno se imagine que es cada cosa.